Los Trastornos por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

La hiperactividad viene definida por la presencia de dificultades en el niño en tres áreas: la atención, la impulsividad y la sobreactividad motora.

Los problemas de inatención, en relación a niños de su misma edad y sexo, es uno de los primeros síntomas característicos del niño con TDAH. Sin embargo, la atención es un constructo multidimensional que puede hacer referencia, al menos, a estados de alerta, activación, focalización o selectividad, mantenimiento atencional, distraibilidad, amplitud, etc…

Desde el punto de vista de la psicología experimental la atención es más un mecanismo que un proceso en sí y tiene como mínimo tres funciones distintas y complementarias: la atención selectiva (tareas de focalización y discriminación), la atención dividida (tareas de concentración y de capacidad) y la atención sostenida (tareas de vigilancia y de rendimiento continuo).

La impulsividad también presenta una naturaleza multicomponente. Se ha impuesto una impulsividad cognitiva, desarrollada a través de la dimensión reflexividad-impulsividad, que se refiere fundamentalmente a un déficit asociado a los procesos de solución de problemas implicados en tareas perceptivas y escolares; una impulsividad social (centrada especialmente en las dificultades para adaptarse a las normas del grupo) y una impulsividad conductual (centrada en la precipitación y los errores constantes).

La sobreactividad motora, es la tercera característica distintiva del TDAH. Si bien, se trata de conductas manifiestas más claramente observables que la inatención o la impulsividad, también se puede hablar de cierta complejidad en su operativización. Aunque, es verdad que los niños hiperactivos presentan tasas de actividad motora más elevadas que los niños normales, no siempre se han distinguido de otros niños referidos por problemas. La sobreactividad por sí misma no es indicativa de TDAH, aunque sí puede formar parte del déficit de bajo control general al que nos hemos referido anteriormente. (cfr. Moreno Mateu, I. 2004).

«El trastorno por déficit atencional con hiperactividad, como dice Barkey, 1990, es un trastorno del desarrollo caracterizado por niveles de inatención, sobreactividad e impulsividad inapropiados desde el punto de vista evolutivo. Estos síntomas se inician a menudo en la primera infancia, son de naturaleza relativamente crónica y no pueden atribuirse a alteraciones neurológicas, sensoriales, del lenguaje o motoras graves, a retraso mental o a trastornos emocionales severos. Estas dificultades se asocian normalmente a déficit en las “conductas gobernadas por reglas y a un determinado patrón de rendimiento”»

Las características expuestas en esta definición han guiado prácticamente todos los esfuerzos de conceptualización del trastorno tanto desde el modelo conductual como médico.

HABLEMOS DE LA IRA … “Pensar en la ira”.

Las clases de pensamientos que inciden en la ira son numerosos, pero los más importantes proceden de un tipo de proceso mental denominado evaluación cognitiva, que nos ayuda a definir e interpretar lo que nos ocurre o lo que tiene lugar a nuestro alrededor. Sus raíces se encuentran en cualidades y circunstancias especiales –ambiente familiar, talento natural, aspecto físico, sistema de creencias- que nos ayudan a conformar nuestra personalidad y que se combinan para constituir la base de la manera peculiar en que cada uno de nosotros aprecia las situaciones con las que se encuentra en la vida diaria.

La manera en que evaluamos nuestro entorno en cualquier momento dado es crucial para determinar cómo respondemos emocionalmente. Si bien esta idea no es muy original (Epicteto decía, hace dos mil años, que “a los hombres no les perturban las cosas en sí mismas, sino sus pensamientos sobre ellas”), hoy los psicólogos convienen en que el significado, que asignamos a los acontecimientos es lo que les otorga el poder de afectarnos para bien o para mal.

La actividad cognitiva (del pensamiento) en la evaluación no implica reflexión deliberada, racionalidad o conciencia.

Cuando estamos airados, las evaluaciones están con frecuencia distorsionadas, e influyen en nosotros para que actuemos de una manera que a los demás les parece sumamente irracional

“LAS ADICCIONES ESTAN DE MODA… “

Como iniciaba el Prof. Francisco J. Labrador Encinas en su Prólogo de la magnífica obra titulada “Conductas Adictivas, teoría, evaluación y tratamiento” a cargo del Prof. José L. Graña Gómez y cols. en 1994:

“Desgraciadamente, las adicciones están de moda (en el sentido más estadístico del término). Desgraciadamente, también, los recursos y procedimientos para hacerles frente no son todo lo eficaces que se desearía para controlar este problema social y personal. El auge de opciones voluntariosas por parte de distintos colectivos sociales, aunque no siempre de forma desinteresada, pone de relieve la desconfianza, o el desconocimiento, en el quehacer de los profesionales dedicados a estas tareas. Por otro lado, el tratamiento cotidiano de estos temas en los medios de comunicación social y la relevancia otorgada a los aspectos más truculentos o a las actuaciones «más curiosas» (hay que vender), parece servir de justificación para que todas las personas que lo deseen se consideren capacitadas para opinar sobre el tema.” …

Trastorno obsesivo-compulsivo, ansiedad y depresión…

Numerosos autores describieron otros síntomas además de los primarios, obsesiones y compulsiones, en el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). En trabajos previos hemos puesto el acento en el contenido y forma de procesamiento de la información de las ideas obsesivas, en el mecanismo y mantenimiento de los síntomas en el tiempo, en el deterioro de la calidad de vida del paciente y la familia y en la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual. En esta ocasión, la lupa se coloco en las emociones negativas, de nuestros pacientes: ansiedad y depresión.

Investigaciones recientes de características cognitivas y conductuales, han afianzado los primeros lineamientos básicos de la terapia cognitiva-conductual del TOC, ya que la exposición sigue demostrando ser el eje de la eficacia del tratamiento a largo plazo. (Tania Borda. 16/may/2011 · Revista Sinopsis. 2010 Dic;(46):15-20).

“SUPERAR LA ADVERSIDAD”

“Ante las adversidades que ponen a prueba nuestro equilibrio físico y emocional, que amenazan el sentido del futuro o la misma supervivencia, necesitamos mecanismos para resistir. Las conexiones afectivas, las facultades mentales, la autoestima, el pensamiento positivo, los motivos para vivir y la inclinación a localizar el centro de control dentro de uno mismo son los factores que nos permiten reponernos de los golpes e incluso salir fortalecidos”. (Luis Rojas Marcos, 2010).

LAS TOXICOMANIAS COMO ENFERMEDAD

En Gran Bretaña, en 1926, un comité formado por expertos médicos, publicó un informe en el que se definía al adicto como “una persona que no requiriendo el continuado uso de una droga para el alivio de los síntomas de una enfermedad orgánica, ha adquirido, como resultado de la administración repetida, un deseo abrumador de su uso continuado, y en quien la privación de la droga produce síntomas claros físicos o mentales de trastorno o malestar”.El informe del Comité Rolleston, fue decisivo para la concepción de la drogadicción como enfermedad. (cfr. Beneit y cols., 1997)

La influencia de la literatura científica y no científica procedente de los países de habla anglosajona nos invade de tal manera que nos hace adoptar palabras cuya traducción directa no tiene ningún equivalente preciso en español. Así ocurre con la palabra “droga”, que teniendo un vocablo similar en inglés, “drug”, no tiene el mismo significado en nuestro idioma. Según el Oxford Dictionary, se entiende por drug “sustancias medicinales simples y originales, orgánicas e inorgánicas, que se utilizan simples o mezcladas”.

Para el Diccionario de la Lengua Española, droga es el nombre genérico de ciertas sustancias minerales, vegetales o animales que se emplean en la medicina, en la industria o en las bellas artes”, lo que le proporciona un significado algo más amplio por incluir otras aplicaciones, además de las medicinales que son las únicas especificadas en inglés.

Ambos idiomas coinciden en utilizar la palabra “drogarse”, “to drug”, como la obtención de un estado mental alterado. Del inglés viene el concepto de “drug dependence” o “dependencia de drogas”, también citado como drogodependencia. Nosotros tenemos otro término, el de “toxicomanías”, no traducible al inglés, pero equivalente al de “drogodependencia”. (Valbuena Briones, 1993).

Hablemos de «Personalidad»

«Aunque existen múltiples teorías sobre la personalidad, apunta Lindzey et al (1982), se está de acuerdo en que la personalidad es una organización de cualidades que están en el individuo y lo caracterizan. Sin embargo, al ser la personalidad una entidad compleja, que abarca toda la persona y no sólo a un único proceso como es la percepción, la memoria y el pensamiento; se puede contemplar desde muchas perspectivas».