Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)-1

EL TDAH Y LA AGRESIVIDAD, por (Lda. Sonia Tello Yeves Psicóloga Infanto-Juvenil de Fundación Adana Master en Psicología Infanto-Juvenil del Hospital Clínico de Barcelona)

LA AGRESIVIDAD EN PSICOPATOLOGÍA

Definimos la agresividad como:

a) “conducta intencionadamente dirigida a provocar lesión o destrucción de un objetivo
(persona, animal u objeto).

b) agresiones físicas o verbales contra los demás (amenazas, empujones, dirigirse a los demás con insultos o gritos,…).

c) agresiones contra objetos (romper o tirar objetos al suelo, dar portazos,…).

d) y auto agresiones (golpearse la cabeza, arañarse, hacerse pequeños cortes,…).

Todas estas definiciones pueden formar una posible clasificación del comportamiento agresivo.

Actualmente y siguiendo la clasificación estadística de los trastornos mentales de la academia americana de psiquiatría (DSM-IV, TR 2000), éste comportamiento no se considera por sí mismo una entidad patológica si no que forma parte del conjunto de síntomas de numerosos trastornos tales como el trastorno disocial, el autismo, el retraso mental o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

1.- Causas de la agresividad

Las diversas teorias que intentan explicar la agresividad se dividen fundamentalmente en activas y reactivas. Las activas o teorias biológicas, subrayan el origen interno de la agresión, entendida cómo innata y consustancial a la especie humana. Las reactivas explican los mecanismos ambientales que facilitan y mantienen el comportamiento agresivo, destacando entre ellas la teoría el aprendizaje social.

Desde el punto de vista de la teoría del aprendizaje social, el comportamiento agresivo se da ante una situación conflictiva que ha provocado un sentimiento de frustración en el niño. El tipo de reacción que tendrá el niño dependerá de cómo haya aprendido a reaccionar ante esa situación conflictiva. Es decir que dependerá de su experiencia previa.

Los procesos por los cuales ha aprendido a comportarse de manera agresiva son el modelamiento y el reforzamiento (básicamente la observación por parte del niño de modelos que respondan agresivamente a las situaciones conflictivas).Estos procesos actuarían a su vez cómo mecanismos mantenedores de dichos comportamientos.

2.- La agresividad en el TDAH

Los niños con TDAH presentan frecuentemente: comportamientos inadecuados, mayor dificultad para aceptar límites, necesidad de obtener recompensas de forma inmediata o en menor frecuencia pero de mayor gravedad el trastorno negativista desafiante (negarse a obedecer y desafiar constantemente a las figuras de autoridad). Estos aspectos puede llevar más adelante a un trastorno grave de conducta.

La coexistencia de ambos cuadros (TDAH y Negativismo Desafiante) es muy frecuente y se considera que probablemente la impulsividad es el factor que favorece la unión de los dos trastornos. Los niños predominantemente inatentos no muestran este tipo de conducta, por tanto un factor asociado de mayor riesgo de comportamiento agresivo, será presentar el subtipo predominantemente hiperactivo impulsivo o subtipo combinado ( clasificación del TDAH según DSM-IV).

En estos casos la impulsividad impide que el niño analice la situación conflictiva en la que se encuentra utilizando mediadores racionales o cognitivos y que no intente formular las reglas de comportamiento que le ayudarían a controlarse en esa situación.

Paralelamente al déficit en habilidades de mediación verbal o auto instrucciones en muchos de éstos niños hay un déficit en el aprendizaje de las habilidades sociales adecuadas para afrontar las relaciones interpersonales con respuestas no agresivas.

Por último cabe relacionar el comportamiento agresivo del niño TDAH con una frágil autoestima; paradójicamente a lo que puede parecer su actitud arrogante, tras ésta subyace una opinión muy pobre de sí mismo, tal y como refleja su incapacidad para aceptar el fracaso o la crítica.

Al llegar a la adolescencia, el comportamiento agresivo puede intensificarse. Los cambios físicos y emocionales a los que debe enfrentarse cualquier niño al llegar a ésta edad, pueden significar un grado de complicación que desemboque en graves crisis para el adolescente con TDAH y su entorno.

La detección e intervención precoz son aspectos especialmente importantes en el caso de niños hiperactivos que presenten negativismo y conducta desafiante y determinaran la evolución de ambos cuadros.

El tratamiento debe contemplar la intervención médica, psicológica (tratamiento cognitivo- conductual) y pedagógica, implicando a la familia, el colegio y al propio niño en el proceso.

BIBLIOGRAFÍA

• BARKLEY, R. A (1997) Niños desafiantes Guilford Publications

• Material de Fundación Adana

• MARDOMINGO, M. J (2002) Psiquiatría para padres y educadores Ed. Narcea

• ORJALES, VILLAR, I (1998) Déficit de Atención con Hiperactividad Madrid: Cepe

• SERRANO, I. Agresividad Infantil Ed. Pirámide

• TRAIN, A . Agresividad en niños y niñas Ed. Narcea

TRASTORNOS POR SOMATIZACION – 1

La somatización como tal no es un diagnóstico psiquiátrico, sino un denominador común de una serie de procesos patológicos agrupados según el DSM-IV (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) como trastornos somatomorfos.

Los trastornos somatomorfos son un conjunto de patologías cuyo diagnóstico se realiza por la presencia de síntomas corporales que sugieren un trastorno físico sin causa orgánica demostrable o mecanismo fisiológico conocido que los explique completamente y por la presunción razonable de que dichos síntomas están asociados a factores psicológicos o estrés.

Los pacientes con trastornos somatomorfos crónicos y graves (sobre todo el trastorno por somatización, la hipocondría, la dismorfofobia y el dolor psicógeno) suelen presentarse también con trastornos de la personalidad que determinan la evolución o, incluso, son el diagnóstico principal del caso.

Con frecuencia, además, estos pacientes presentan un estrés psicosocial importante cuando acuden al médico y problemas de ajuste social que muchas veces tienen un refuerzo ambiental de los síntomas.

Las ganancias derivadas de la enfermedad y de la asunción del papel de enfermo, los mecanismos cognitivo-perceptivos anómalos y los trastornos de la relación médico-enfermo resultan también imprescindibles para entender el proceso de configuración de muchos trastornos somatomorfos y para articular el tratamiento de éstos.

El trastorno por somatización, se debe conocer y tener en cuenta en la consulta del médico de familia porque muchos de los síntomas somáticos que presenta un paciente puede ser la expresión de dificultades emocionales que resumen complejas interacciones psicológicas, vitales, familiares y sociales que pueden poner en peligro la relación médico-paciente.