PERITAJES JUDICIALES Y PSIQUIATRIA.- Prueba Pericial Psiquiátrica en Derecho Laboral

Existen  situaciones en las que la prueba pericial psiquiátrica resulta determinante:

– Procedimientos en los que se alega acoso laboral: en estos casos el trabajador afirma que el trato que recibe del empleador tiene la intención de provocar en él un deterioro en su salud mental, y una situación de desesperación que le lleve a abandonar su puesto de trabajo. Si al trabajador se le ha concedido la incapacidad permanente suele reclamar que se le reconozca como accidente de trabajo.

– Trabajador que lleva una baja laboral prolongada y la Seguridad Social ha rechazado su solicitud de que se le reconozca una incapacidad permanente.

En ambos casos se suele aportar informe pericial psiquiátrico para aclarar la causa del trastorno padecido, o el nivel de deterioro en el desempeño de la profesión habitual.

PERITAJES JUDICIALES Y PSIQUIATRIA.- Evaluación del Daño Psíquico-1

          La Determinación de las Secuelas Neuropsiquiátricas suele ser un problema frecuente en los procedimientos judiciales. Siempre suele plantearse si la víctima padece realmente las secuelas que dice tener, o si las exagera, o se las inventa.

          Hay dos situaciones que suelen ocurrir:

– Un presunto traumatismo craneoencefálico por el que la víctima alega sufrir secuelas

– Personas que han sufrido una situación traumática grave que le ha dejado secuelas emocionales. Se suele diagnosticar en estos casos un trastorno de estrés postraumático.

Tanto en uno como en otro caso existe una metodología fundamentada en el conocimiento científico y respaldada por organizaciones profesionales para determinar si existe simulación o exageración de síntomas (sobresimulación).

Existe desde hace años numerosa investigación sobre la detección de simulación de enfermedad mental. Tenemos conocimiento de  que los simuladores tienen unos patrones específicos a la hora de realizar tests psicológicos, tareas de rendimiento cognitivo, o responder en una entrevista clínica. Si el perito que evalúa el caso tiene la suficiente experiencia podrá detectar la simulación.

Es importante,  que el perito sea capaz de encontrar incongruencias entre el comportamiento referido documentación y los detectado en la entrevista clínica del reclamante. Este suele ser uno de los elementos de más peso a la hora de determinar la veracidad de las alegaciones de daño.

Por ello, es exigible a cualquier informe pericial que se apliquen estos criterios.

PSIQUIATRÍA Y DERECHO. Psiquiatría Forense. Imputabilidad – 1

 

          Imputar, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa “atribuir a otro culpa, delito o acción”.

          Etimológicamente proviene del latín y tiene el significado de “poner en la cuenta de”, siendo la imputabilidad uno de los problemas más importantes para la psiquiatría legal en el ámbito penal, ya que es el fundamento y la base sobre la que a su vez se sustentan la responsabilidad y la culpabilidad

          La imputabilidad tiene su origen clásicamente en dos planteamientos derivados de la escuela Aristotélico Tomista: la «Capacidad de Entender» y la «Libertad Volitiva», o lo que es lo mismo, que una persona tenga la capacidad sustancial de apreciar la criminalidad y lo injusto de su conducta (sepa lo que hace) y la capacidad de dirigir su actuación conforme a dicho entendimiento (sea libre para hacerlo o no).

 

PSIQUIATRÍA Y DERECHO.- Psiquiatría Forense. Concepto – 1

 

          Si la Psiquiatría se puede definir de forma genérica como la especialidad médica que se ocupa del diagnóstico, prevención y tratamiento de la enfermedad mental, la Psiquiatría Legal o Forense sería un subespecialidad de la psiquiatría general, que tiene como objeto aclarar aquellos casos en los que una persona, por el especial estado de su salud mental, necesita también una consideración especial ante la ley.

          De todos es conocido, aunque quizá no con suficiente profundidad, que la enfermedad mental posee una serie de peculiaridades que la diferencian del resto de la patología, dichos matices los podríamos resumir en los siguientes apartados:

          – Reducción o pérdida de la libertad del sujeto frente así mismo.

          – Alteración del control de la realidad y de la relación social.

          – Graves dificultades para el control instintivo.

  – Aparición de estructuras psíquicas nuevas cualitativamente distintas a las que tienen los sanos.

 

PSIQUIATRÍA Y DERECHO. – Psiquiatría Forense

 

 

Me parece interesante reseñar y recomendar su lectura,  el «Manual de Psiquiatría Forense para Jueces y Fiscales«, del Dr. José Carlos Fuertes Rocañín.

                   SINOPSIS

          Hoy todo el mundo se permite el lujo (y a veces también la osadía) de hablar sobre psiquiatría, trastornos mentales y sobre sus posibles influencias en la comisión de un delito, en la importancia de una minusvalía, o en el manejo de una enfermedad.

          Por otro lado basta hoy con acudir a cualquier Juzgado para darse cuenta de la cantidad de informes periciales psiquiátricos que obran en los procedimientos, y sobre los que Tribunales deberán motivar sus resoluciones y sentencias.

          Este manual pretende proporcionar a los Tribunales de Justicia una herramienta que facilite su trabajo diario. No se trata de hacerles especialistas en psiquiatría, ello ni seria posible, ni tampoco lo necesitan, ya tienen a sus peritos oficiales, los médicos forenses para ayudarles en la interpretación de todo lo relacionado con la medicina y biología.

          En el manual se repasan las enfermedades mentales mas frecuentes haciendo especial incidencia a los aspectos criminológicos y forenses.

 

Manual de psiquiatría forense para jueces y fiscales

 

ALCOHOLISMO. Consumo de Riesgo

 

Se considera consumo de riesgo de alcohol aquel que supera los límites del consumo moderado (o prudente) y que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, accidentes, lesiones o trastornos mentales o del comportamiento (Gunzerath y cols., 2004).

El consumo de riesgo ha sido definido como un consumo casi diario superior a 40gr de etanol al día (más de 4 UBEs – en varones-) y superior a 24 gr de etanol al día (más de 2 UBEs  – en mujeres-), equivalente a un consumo semanal superior a 21 UBEs para varones y a 14  UBEs para mujeres (Rehm y cols., 2004).

Estas medidas son puntos de corte extraídos de estudios epidemiológicos que comparaban el riesgo de sufrir problemas de salud con los consumos de alcohol relatados por las personas entrevistadas. Un consumo superior a 40 gr al día (en varones) doblaba su riesgo de padecer: enfermedades hepáticas (el 60% presentan alteraciones hepáticas al cabo de 10 años), hipertensión arterial, algunos cánceres y para sufrir una muerte violenta.  En mujeres, el consumo superior a 24 gr de etanol al día, aumenta el riesgo de padecer enfermedades hepáticas y cáncer de mama (Corrao y cols., 1999).

Sin embargo, algunos países como Australia proponen unos límites más restrictivos para un consumo de bajo riesgo de alcohol, limitado a 2 unidades de bebida estándar (20 gramos de alcohol) al día para hombres o mujeres adultos. Recomiendan además no tomar bebidas alcohólicas a los menores de 15 años, mujeres embarazadas, personas que hacen actividades de riesgo y personas que toman drogas ilegales. Consideran como personas de riesgo a los jóvenes, ancianos y personas que tienen antecedentes familiares de alcoholismo y recomiendan pedir consejo, al médico tratante, a las personas que toman medicamentos y a las que sufren algún trastorno médico o psiquiátrico que pudiera ser empeorado por el consumo de alcohol (National Health and Medical Research Council, 2007).

Beber hasta la embriaguez produce un efecto de deterioro de la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones y la capacidad de auto-control del comportamiento. En tal estado, la persona presenta desinhibición de impulsos sexuales y agresivos que favorecen la aparición de discusiones, peleas, agresiones, relaciones sexuales no planificadas o abuso sexual, de los cuales puede ser tanto el agresor como la víctima. Además, el deterioro de la coordinación motora puede ser la causa de accidentes y lesiones (Del Río y cols., 2002), incluso por caídas en la calle, en el trabajo (Gómez y cols., 2002; Perea Ayuso y cols., 2004) o en el propio hogar.

El consumo ocasional de riesgo se produce cuando una persona hace un consumo concentrado de varias consumiciones alcohólicas en pocas horas. Se considera consumo ocasional de riesgo el que supera los 50 gramos de etanol por ocasión, para los hombres, o 40 gramos de etanol por ocasión, para las mujeres (World Healh Organization, 2002).

El consumo de riesgo de alcohol es motivo de gran preocupación sanitaria y social, dado que su prevalencia, mucho más elevada que la del alcoholismo, puede causar las mismas enfermedades médicas y psiquiátricas que el alcoholismo, lo cual supone un importante reto para la prevención de enfermedades médicas, trastornos mentales y del comportamiento, agresividad, violencia, suicidio y mayor vulnerabilidad hacia la dependencia de otras drogas.

 

FUENTE:  ALCOHOLISMO.  Guías Clínicas Basadas en la Evidencia Científica. SOCIDROGALCOHOL AUTORES: Dr. Josep Guardia Serecigni (Coordinador), Dr. Miguel Angel Jiménez-Arriero. Dr. Paco Pascual,  Dr. Gerardo Flórez, Sra. Montserrat Contel.

 

 

PSIQUIATRIA E INSOMNIO. Dificultad para dormir (Introducción).

          Dificultad para dormir

Es la  incapacidad para dormir o conciliar el sueño, desvelo, estado insomne o vigilia puede implicar dificultad para conciliar el sueño apenas uno se acuesta en la noche, despertarse muy temprano en la mañana o despertarse frecuentemente durante la noche. También puede involucrar combinaciones de estos patrones.

– Consideraciones generales

Toda persona tiene una noche de desvelo ocasional y para la mayoría de ellas esto no es un problema. Sin embargo, hasta el 25% de las personas informan sobre problemas ocasionales para conciliar el sueño. Los problemas de sueño crónicos afectan aproximadamente al 10% de los individuos.

La falta de sueño reparador puede afectar su capacidad para llevar a cabo las responsabilidades diarias, debido a que usted está demasiado cansado o porque tiene problemas para concentrarse. Todos los tipos de insomnio pueden llevar a somnolencia diurna, mala concentración e incapacidad para sentirse renovado y descansado en la mañana.

La mejor medida de la cantidad de sueño que se necesita es la forma cómo dada cual se sienta. Si se despierta sintiéndose renovado es porque está durmiendo lo suficiente. Para algunas personas, esto puede tomar sólo 4 horas, mientras que otras pueden necesitar hasta 10 horas de sueño para poder sentirse descansadas.

El uso de medicamentos para tratar el insomnio puede servir en ciertas situaciones, pero hay riesgos potenciales. Los antihistamínicos  pueden llevar a dependencia, tolerancia y con el tiempo pueden afectar la memoria. Los sedantes se deben utilizar bajo el cuidado cercano de un médico debido a que también pueden causar tolerancia o dependencia. La suspensión de estos medicamentos puede causar insomnio de rebote y síndrome de abstinencia.

Es infrecuente que una enfermedad potencialmente mortal sea la causa de problemas con el sueño. Para muchas personas, los malos hábitos de sueño son la causa. Sin embargo, debido a que el insomnio es un síntoma clave de depresión, usted debe someterse a un chequeo con respecto a esta enfermedad si está teniendo problemas para dormir.

TRASTORNOS MENTALES Y TRATAMIENTO FARMACOLOGICO. Introducción

 

          La definición de la Organización Mundial de la Salud de uso racional de los medicamentos, formulada en 1985, hace hincapié en que “los pacientes reciban fármacos apropiados para sus necesidades clínicas, en dosis ajustadas a su situación particular, durante un período de tiempo adecuado y al mínimo costo posible para ellos y para la comunidad” (Organización Mundial de la Salud, 1985). Según esta definición el uso irracional de medicamentos puede referirse a la falta de acceso a los medicamentos esenciales o al uso inadecuado de los medicamentos que son accesibles y están disponibles.

          Según el Informe sobre la salud en el mundo 2001, se debe dar prioridad al acceso a los medicamentos esenciales. Los psicofármacos esenciales deben dispensarse y estar siempre disponibles en todos los niveles de la atención sanitaria. Estos fármacos deben figurar en la lista de medicamentos esenciales de cada país y deben estar disponibles, en la medida de lo posible. En algunos países puede ser necesario modificar la legislación con ese fin. Estos medicamentos pueden paliar síntomas, reducir la discapacidad, acortar la evolución de muchos trastornos y prevenir las recaídas. A menudo constituyen el tratamiento de primera línea, sobre todo en situaciones en las que no puede recurrirse a intervenciones psicosociales ni a profesionales altamente capacitados.

 

          Por otro lado, se debe mejorar no solo el acceso sino también el uso adecuado de medicamentos para trastornos mentales. En el uso influyen varios factores: falta de conocimiento suficiente acerca de su prescripción y utilización, factores económicos y culturales, creencias arraigadas en las comunidades, comunicación deficiente entre las personas que prescriben y los pacientes, y escaso cumplimiento de la correcta prescripción terapéutica. En consecuencia, las estrategias para promover el uso más adecuado de los medicamentos tienen que tener en cuenta a los que prescriben los medicamentos (médicos, enfermeras y otro personal sanitario), a los que dispensan los medicamentos (farmacéuticos de la comunidad y hospitalarios) y a los que consumen los medicamentos o supervisan su correcta administración (pacientes, cuidadores, miembros de la familia) (Organización Mundial de la Salud, 2005).

FUENTE:  Organización Panamericana de la Salud “Tratamiento farmacológico de los trastornos mentales en la atención primaria de salud” Washington, D.C.: OPS, © 2010.

 

 

PERSONALIDAD Y TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD.

El término personalidad, descrito por Allport como una de las palabras más abstractas de nuestro lenguaje, se utiliza de diferentes maneras, desde una forma coloquial hasta la más técnica empleada por los profesionales de la salud mental. Como explica Michael Stone, el origen de la palabra se remonta a los anfiteatros griegos y romanos, en los cuales a los actores les resultaba difícil hacerse oír, por lo que a alguien se le ocurrió colocar un pequeño megáfono tras la abertura de la boca de las máscaras que llevaban por (per-) el cual el sonido (sona) podía ser magnificado. La personalidad, entonces, representaba la intensificación de los rasgos in- dividuales de cualquier carácter que el actor intentaba representar. «Persona» era, de hecho, la palabra latina para máscara, subrayando así lo externo de los aspectos de lo que se entiende ordinariamente por «personalidad». El término griego actual para personalidad prosopikotes, procede del antiguo para «máscara» prosopeion; únicamente esta máscara derivaba de la palabra «cara»  (prosopon), es decir, lo que estaba ante (pros) el ojo (ops).  De nuevo se enfatiza lo que uno muestra al mundo exterior, aunque la palabra griega lo hacía sobre lo que se ve y la latina sobre lo que se oye.

 

La definición de trastorno de personalidad (TP) debería partir del conocimiento de la personalidad normal y de cómo están alteradas sus funciones. Sin embargo, las definiciones y caracterizaciones de los TP, no suelen aproximarse de este modo, listando rasgos que se considera que caracterizan un TP pero sin una racionalidad para su selección, un método que, entre otras cuestiones, no sería útil para el tratamiento; es necesario conocer mejor lo que funciona mal para intentar que vuelva a hacerlo adecuadamente. El término personalidad, de acuerdo con los investigadores del tema, se referiría a regularidades y consistencias en conducta y formas de experiencia, características permanentes que normalmente se describen como rasgos y que varían en cada individuo. La personalidad no sería una colección de rasgos, sino que la mayoría de los estudios resaltan la naturaleza integrada y organizada de la personalidad. Así, un objetivo fundamental de la investigación en personalidad es explicar esta coherencia y organización, términos que también son pertinentes para los Trastornos de Personalidad .

Es un tema extendido que, pese al gran impacto que provocan los rasgos disfuncionales de personalidad, hay mucha insatisfacción con la conceptualización y definición actual de los Trastornos de Personalidad en la clasificación psiquiátrica más habitualmente utilizada, el DSM, en su versión actual, según se recordó en los grupos de trabajo formados en 1999 en la DSM-V Research Planning Conference, auspiciada por la American Psychiatric Association y el National Institute of Health americano.

En estas reuniones se destacó el soporte empírico y conceptual para un modelo dimensional alternativo de clasificación, aunque con la necesidad de una cuidadosa valoración, planteándose de hecho que, si se consideraba basar parte o todo el DSM-V en dimensiones más que en categorías, sería conveniente iniciarlo en primer lugar con los Trastornos de la Personalidad y, si este tipo de sistema funcionaba bien, se podría intentar en otros trastornos. Una de las conclusiones fue que un modelo dimensional de clasificación tiene mucho que ofrecer a la hora de mejorar el diagnóstico de un TP, pero una conversión a tal modelo se facilitaría por estudios centrados explícitamente en la identificación de puntos de corte para estas decisiones clínicas].

De acuerdo con Widiger y Simonsen, la mayoría de las escalas de los modelos di- mensionales desarrollados por distintos autores (Cloninger, Clark, Eysenck, Livesley, Millon, Schedler y Westen, Tyrer, Zuckerman, etc.) se podrían integrar bien en cuatro amplios dominios de funcionamiento adaptativo y desadaptativo de personalidad:  Disregulación emocional versus Estabilidad emocional, Reserva versus Impulsividad,  Extroversión versus Introversión y Antagonismo versus Conformidad. El funcionamiento desadaptativo de estos dominios podría favorecer el consumo de distintas sustancias.

Estos amplios dominios compatibilizarían bien con la investigación existente hasta el momento, que subraya la coocurrencia de la personalidad con otros trastornos mentales, especialmente cuando esta estructura se entiende jerárquicamente. Sobre los cuatro o cinco amplios dominios parecerían encontrarse dos amplios constructos de internalización y externalización, mientras que bajo ellos estarían las facetas más específicas de la estructura de personalidad normal y anormal, que tendría la mayor relevancia clínica directa  si bien se señala que se necesita más investigación para definir de forma más precisa cómo integrar la clasificación de otros trastornos mentales con modelos estructurales de personalidad.

FUENTE:  Lola Peris y  Ariadna Balaguer (Autores). Néstor Szerman (Director). Patología Dual.  Protocolos de intervención. Trastornos de personalidad.

 

 

 

TRASTORNOS DE PERSONALIDAD. Instrumentos de evaluación.

 

Cuando hacemos referencia a criterios diagnósticos en los trastornos de personalidad, nos estamos refiriendo a comportamientos: material observable, del que inferimos los rasgos de personalidad, que a su vez son patrones de percepciones, sentimientos y relaciones a través de los cuales construimos el concepto de personalidad mediante una nueva inferencia. De esta forma el diseño de los instrumentos está condicionado claramente por la teoría de personalidad en la que se apoyan.

La fiabilidad de los diagnósticos de trastorno de personalidad ha despertado gran interés. Según una magnífica revisión relativamente reciente realizada por Zimmerman, esta fiabilidad se ha incrementado de manera significativa con la utilización de instrumentos estandarizados. El grado de fiabilidad desciende cuando el intervalo test-retest es superior a varias semanas. Por otra parte, los resultados no son homogéneos para los distintos tipos de trastornos específicos, encontrando que son poco dependientes del diseño del estudio tan solo el trastorno de personalidad paranoide y el antisocial. Los resultados de concordancia son superiores cuando se utilizan entrevistas estructuradas que mediante cuestionarios autoaplicados, al menos cuando son aplicadas por profesionales con experiencia en la entrevista psiquiátrica. Según el citado autor, puede deberse a la mejor discriminación rasgo-estado, lo que disminuye el sesgo producido por psicopatología concurrente. El grado de acuerdo se incrementa cuando se toma como referencia la puntuación global de rasgos anormales y no la división categorial.

Para la elección del instrumento a utilizar es necesario tener en cuenta varias cuestiones. En primer lugar, los autocuestionarios son más rápidos, pero la proporción de falsos positivos resulta más elevada. Si pretendemos valorar la presencia de un trastorno específico, es recomendable realizar previamente una valoración global de la personalidad, ya que pueden existir diagnósticos concurrentes con frecuencia. Obviamente, también es necesario valorar la correspondencia de la entrevista o cuestionario con las clasificaciones diagnósticas, el tiempo de aplicación, la necesidad de experiencia o entrenamiento del personal. En general parece recomendable utilizar autocuestionarios como método de cribaje previo a la evaluación mediante una entrevista. Es importante el momento en que se realiza la evaluación ya que la presencia de psicopatología eleva el grado de patología en los resultados. Este efecto es más evidente cuando se utilizan autocuestionarios, y la forma más apropiada de reducir este tipo de sesgo es la utilización de entrevistas por personal con experiencia clínica.

Frecuentemente es necesario recurrir a informantes significativos, personas que conocen al individuo evaluado, de manera próxima y de forma prolongada, ya que la información depende de la capacidad de introspección del individuo evaluado y de su capacidad para valorar las consecuencias de su conducta. Estos dos factores pueden verse alterados por la presencia tanto de un trastorno mental como de un trastorno de la personalidad. La concordancia entre los resultados obtenidos a través de ambas fuentes de información es bastante pobre, con mayor patología cuando se utilizan informantes significativos.  Muchos instrumentos de evaluación presentan la posibilidad de utilizar esta segunda fuente, dejando a criterio del evaluador la valoración de la credibilidad.

FUENTE:  M. Roca Bennasar, M. Bernardo Arroyo, H. Arnillas Gómez.